El martes 22, durante el último cónclave de los ruralistas, un consultor privado acercó unas encuestas que muestran el fuerte descenso de la adhesión de la opinión pública a los postulados del organismo, golpeado por su beligerancia.
La última reunión de la Mesa de Enlace, el martes 22, tuvo condimentos diferentes a los de anteriores cónclaves del comando supremo ruralista. Los máximos representantes de las cuatro entidades históricas de la actividad agropecuaria nacional venían de semanas de enfrentamientos internos expuestos desembozadamente ante la prensa (en un nivel de exposición que supera con mucho a la interna de la Unión Industrial Argentina), con consecuencias imprevisibles.
Los ruralistas, hombres prácticos al fin, invitaron el martes pasado a César Mansilla, responsable de la consultora Nueva Comunicación, especializada en campañas políticas, temas de imagen y publicidad, para que les diera algún tipo de orientación acerca de qué rumbo tomar de cara a un futuro político complejo por el ingreso de la camapaña electoral.
Cuando le tocó su turno, Mansilla, según las diferentes fuentes consultadas, fue directo al grano: la imagen negativa de la Mesa de Enlace había subido a niveles insospechados, al 70% en algunas zonas de la Capital y el Gran Buenos Aires. Del mismo modo, la imagen positiva estaba por el piso y no superaba el 30% en ningún centro urbano importante del país.
Mansilla completó su presentación con una frase que sonó lapidaria a los oídos de los hombres del campo: la presidenta Cristina Fernández mide mucho mejor que la Mesa en cualquier punto urbano del país en el que se los compare.
Entre los razones que dio Mansilla para explicar por qué la opinión pública le está dando la espalda a los ruralistas, dos sonaron con fuerza: las constantes peleas internas y la fuerte imagen de confrontación con el gobierno. Lo cierto es que como consecuencia inmediata de la pelea de los ruralistas contra el gobierno, en 2008 emergieron dos referentes políticos con una imagen positiva del 80% o parecida: el vicepresidente Julio Cobos y la propia Mesa de Enlace. Al mismo tiempo, la imagen positiva del gobierno de Cristina se encontraba por el suelo.
Hoy Cobos ha perdido buena parte de esa construcción favorable y la Mesa de Enlace se encamina hacia un destino similar. Por el contrario, diversas encuestas le dan al gobierno un afianzamiento de su posición política.
El desmadre de la Mesa de Enlace se dio en diversos contextos. De los altos precios de 2007, se pasó a la debacle económica de 2008, la sequía y el parate de 2009. A pesar de todos esos paisajes, que podrían haber servido a la Mesa de Enlace para presentarse como víctima de procesos políticos, económicos y hasta naturales adversos, la corporación rural no logró remontar una opinión pública cada vez más contraria a sus intereses.
Para algunos analistas, la Mesa va hacia una política mucho más “amigable” con el gobierno. El comunicado del martes 22, después del golpe de realidad que recibió, marca ese nuevo derrotero.