Por Artemio Lopez
24.10.2010 | 01:52
El oficialismo debate un desacuerdo conceptual básico, con la hipótesis que sostiene la recuperación de la clase media como clave de cara a 2011. Para quien esto escribe, si el FpV recupera ya no sectores medios, sino los votos de los sectores populares que se fugaron en 2009 –recuérdese que Francisco de Narváez sacó 30% en el segundo cordón, el equivalente a cuatro puntos nacionales–, probablemente tenga muchas chances de ganar la elección en primera vuelta.
La hipótesis de la recuperación de la clase media es inconsistente en un análisis estructural de lo ocurrido en 2009, sin opiniones de por medio. Un análisis formal de caudal de votos y desagregados regionales muestra por qué la tesis de la recuperación de clase media, como clave de la etapa, suena como una tontería en Florencio Varela.
Los segmentos medios que votan oficialismo ya están recuperados; la Ley de Medios, TVR, 6, 7, 8, Duro de domar, Víctor Hugo ya los sumó. En Capital, por ejemplo, hay ya 22% de intención de voto, en línea con los obtenidos por el FpV en 2003, 2005, 2007.
Redunda seguir seduciendo a la mass media, pero eso no es tan triste, triste es ver actuar a quienes suponen que ése es el núcleo de la problemática oficialista de cara a 2011. En política compleja, donde todo fluye a velocidad de rayo –hablamos de política capaz de interpelar a mayorías populares–, es tan recomendable impulsar una buena estrategia comunicacional, como saber suspenderla a tiempo.
No es la telepolitik; es la política de masas la que domina. En esta etapa, el oficialismo debería ir por la base social propia. Expandir y comunicar bien la Asignación Universal por Hijo, la obra pública municipal, provincial y nacional, sobre todo, comunicarla bien y ejecutarla mejor en los partidos más vulnerables de los grandes centros urbanos. Aumentar la jubilación mínima, reforzar la alianza con la CGT. En fin, se trata de transformarse en una alternativa populista que le dispute el sentido del peronismo profundo a la colectora del Peronismo Federal, que se armará, sin duda y probablemente, en cabeza de Mauricio Macri. El análisis fáctico que mueve estas conclusiones es elemental y, además, clarísimo. Con la clase media en contra –Elisa Carrió planteó el tema de la “legitimidad fragmentada” ya en 2007– el FpV obtuvo el 46% de los votos nacionales con todos los grandes centros urbanos votando en contra, según rezaba la tesis difundida por los medios con sagrada furia.
Sin embargo, el oficialismo ganó duplicando en votos al segundo, pero claro, en 2007 no se fugó un solo voto de los tradicionales, los propios del peronismo sobre los que nadie habla, ¡ni siquiera analiza! Preguntamos: ¿tanto es el desprecio que existe sobre esta gente humilde, que ni se los considera en los análisis electorales?
En 2009, por ejemplo, en el segundo cordón se obtuvo el 41%, mientras que lo habitual es el 50%, ensayando una fallida “traición de los intendentes” para explicar la debacle.
En sentido contrario, en el interior bonaerense, en plena disputa por la 125, abierta la crisis política aún, se obtuvo 27% de los votos, cuando lo habitual es 40%. Unos 350 mil votos perdidos y hoy ya, producto de las mejoras en las políticas sectoriales y la coyuntura de precios internacionales, tan favorables, se ha recuperado caudal electoral en magnitud suficiente para acercarse a los valores históricos del interior bonaerense.
La clase media, que es previsible, votará al oficialismo en 2011, lo vota ya. Algunos por virtud, impactados por una gestión que juzgan positiva y/o una estrategia de medios adecuada; otros, por necesidad, inquietos por el LCD de 767 pulgadas en cuotas. Nadie masca vidrio en las torres de Caballito.
Esa es la clave de la etapa para el FpV; no insistir ya con el tilín tilín de recuperar a la clase media, consigna soportada en un eslogan de sociología muy elemental, además, pensado para vender cosméticos, pero no para construir estrategias electorales complejas, y menos con el peronismo –dispositivo de administración de mayorías electorales– como soporte partidario, territorial y gremial del espacio.
El peronismo es un partido de Estado, no un libro de autoayuda, con todo lo bueno y lo malo que esto supone.
¿Quiere el oficialismo clase media? Correcto. Que el FpV cierre en Santa Fe y Córdoba un sistema de alianzas distinto al que lo cristalizó en el 9% de los votos promedio en 2009 y arme un escenario en Capital acorde a los 24 puntos que, proyectados, miden Néstor o Cristina de Kirchner y habrá clase media. Conceptualmente, a nuestro juicio, la etapa muestra que la prioridad del oficialismo es ir abajo; desplegar la Asignación Universal por Hijo, promoverla casa por casa; forzar el funcionamiento del plan Argentina Trabaja, contener las formas más abyectas de la exclusión social, que es grave y mucha y alcanzar los 5,7 millones de niños, objetivo de la Asignación al que aún no se llega, y actualizarla.
En suma, consolidar el voto de los sectores populares antes que seguir insistiendo con expandirse sobre segmentos medios. O sea, como me advertía mi abuela Angela: ¡Quién mucho abarca, poco aprieta nene!
*Director Consultora Equis, asesora al gobierno nacional.