Una bióloga es la Nº800 del programa Raíces de repatriación de científicos


Cecilia Medina es bióloga. Se fue en 2003, luego de sufrir, dice, la crisis de 2001. David, su marido, es alemán y el primer investigador en ser beneficiado con un subsidio específico para cónyuges de aquellos que decidieron volver.

Cecilia Medina no se fue del país escapando de la crisis económica ni de la violencia política, ni de la falta de oportunidades. Esta joven bióloga de 37 años es la científica argentina repatriada número 800 del Programa Raíces, del Ministerio de Ciencia, Técnica e Innovación Productiva, y explica su decisión de irse: “No escapé de la situación terrorífica de 2001. La soporté, la sufrí y me fui en 2003 después de conocer en Berlín a mi actual marido.” En diciembre del año pasado Cecilia y David, que se dedica a la física, llegaron a la Argentina con la seguridad de poder continuar sus investigaciones acá. Él se convirtió así en el número 1 de un programa que beca a los cónyuges de los repatriados, que se dedican a las ciencias.

–¿Por qué volviste?
–La Embajada Argentina en Alemania nos convocó en noviembre de 2009 a todos los científicos, becarios, pasantes, que vivíamos allá, hacía meses o años. Fue impresionante, éramos 150 personas de todas partes y de distintas disciplinas. En ese momento, la directora del área de Relaciones Internacionales del ministerio nos explicó qué programas existían y había mucha información que no conocíamos. Nos abrieron la motivación de volver porque entendimos que se estaban haciendo un montón de cosas en ese sentido.
–¿Vos ya querías regresar?
–En verdad, desde 2008 que tenía tomada la decisión. Yo quería estar cerca de mi familia y amigos, pero lo que me ayudó fue ver que acá se le está dando bola a tu trabajo, que nos iban a respetar. Me motivaba volver para aportar mis conocimientos, y para eso necesitaba integrarme en la comunidad científica local.
–¿Cuál es tu tema de investigación?
–Cuando me presenté a la beca CONICET para hacer mi doctorado en biología en la Universidad de Buenos Aires en 2002 elegí un tema de ciencia básica, no de aplicación directa. En términos generales se trata del entendimiento de los sistemas fotocatalíticos, tecnologías que se usan para tratamientos ambientales y de desechos difíciles de degradar. Ahora, como investigadora del CONICET pertenezco al grupo “Fisicoquímica de sistemas de interés ambiental” en Mar del Plata y soy profesora adjunta de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional de esa ciudad.
–Pero no volviste hasta dos años después, ¿qué pasó?
–Después de esa primera reunión, muchos quedamos en contacto y se formó la Red de Científicos Argentinos en Alemania. En octubre de 2010, nos volvieron a convocar para asistir a una visita oficial con Cristina Fernández. Fue genial. La presidenta habló muy bien y me quedó la idea clara que la educación, la ciencia y la tecnología eran una prioridad. Sabía que era así, pero fue la confirmación más concreta, más visceral. Nos dio números, datos, habló con seriedad.
–¿Cómo convenciste a tu marido?
–Mi marido vino a la primera reunión que tuvimos de la Red y yo aproveché para preguntar a los responsable del programa si no existía un subsidio para los cónyuges de los que se estaban repatriando. Me contestaron que era una propuesta interesante y al año siguiente, con la visita de la presidenta, me avisaron que habían estado trabajando un año en mi propuesta y que habían creado un programa de apoyo. Fue un golazo.Mi marido es el número 1, el primero en estrenar ese programa. El CONICET le financia un post doctorado por dos años y va a trabajar sobre campos magnéticos.
–¿Quedó algún vínculo con los científicos alemanes con los que trabajabas?
–Sí, mi estadía en Alemania fue importante para facilitar y finalmente establecer el contacto de dos grupos de investigación en los cuales trabajé allá, el de Nanotecnología y Fotocátalisis en Hannover y el de Química-Física y Teórica en Bonn, con dos grupos de investigación argentinos, uno de ellos liderado por el profesor Miguel Ángel Blesa, quien fue mi director de Tesis doctoral en la Comisión Nacional de Energía Atómica, y el de la profesora María Alejandra Grelam aquí en Mar del Plata, directora del grupo en donde tengo el placer de trabajar ahora. Mediante este contacto hemos logrado implementar en los grupos argentinos algunas técnicas novedosas de cálculo teórico para el estudio de complejos superficiales.
–¿Y cómo encontraste al país casi diez años después?
–Estoy re contenta. Al país lo veo muchísimo mejor. Falta hacer mucho, hay que arremangarse, pero a eso vine, ¿no? En lo personal, volver significó asentarme, también psicológicamente. Siempre me sentí de campamento y ahora quiero saber cuál va a ser mi casa, proyectarme en un lugar y por qué no, tener una familia.


fuente: TIEMPO ARGENTINO