01/01/2011
Queridísima Cristina, desde el jueves 23 en que estuvimos juntas no puedo dejar de pensar en vos. Esa tarde sentí que estabas conduciendo un barco en medio del mar donde grandes dinosaurios lo atacaban… Y vos, firme, parada en la proa dabas ordenes precisas, ¡¡contundentes y sabias!!. Y nosotros, la tripulación, cada uno sabía que debía hacer.
Hoy al escuchar tu saludo de fin de año, todo el pueblo vio y sintió hacia donde nos conducís y en charlas con muchos compañeros compartimos el mismo pensamiento: que a pesar de tu enorme dolor por Él, como lo nombraste, que es como se señala a los únicos, nos estas entregando a nosotros, tu pueblo, tu vida y sentimos un enorme deseo de abrazarte fuerte y decirte, hasta la victoria, ¡¡¡querida comandante!!!.