Por Orlando Barone
A Mauricio Macri lo habla su prepotencia policíaca y lo expresa su caprichismo “mandamás”. Como siga así no va a “morir con las botas puestas” sino con los zapatos sin cordones y sus pertenencias personales dejadas en la guardia de un penal. Aunque esta vez el abogado Monner Sanz no va a ser su denunciante, por que Monner Sanz no hace denuncias al PRO por resguardo de familia. Hasta Felipe Solá simula defender a Macri diciendo que no se merece lo que le pasa, pero que candidato no. Es que Solá no da alianza con bola; recién embriagado del amor carriótico y ya se siente desplazado por Pino. Pero Pino tampoco, porque se acobardó. Y viendo el abucheo del público se desdijo pero sin desdecirse del todo. Él se merece algo más adecuado a su perfil ecológico, ya que la musa soleada y rampante por donde pasa no deja crecer ni una brizna. Esteriliza y desforesta a diestra y siniestra. Te abraza con zeta y te abrasa con ese de brasa. Sigamos con Mauricio. Algo hay en él de juego infantil: de trompo giratorio que gira sobre su eje en un espacio mínimo. Se sabe de péndulos más o menos eternos, pero no de trompos; ya que un trompo va perdiendo el impulso y al final cesa. Guionado o espontáneo, arrebatado de rabia de catarsis de diván Mauricio Macri salió a decir que no iban a perder el tren aunque “tuvieran que tirar a Kirchner por la ventana”. Escena que de solo imaginarla luce a bravuconada sin sustento ni físico ni psicológico. Por más que el bravucón verbal, graduado en el paquetísimo colegio cardenal Newman, tire por la ventana las formas que le enseñaron en las aulas. La metáfora sobre ese tren que supuestamente llega a la estación “Argentina” es tardía, porque hay que ser tonto para no darse cuenta que el tren ya llegó y ya partió lleno de pasajeros, aunque los de la Capital tienen prejuicios para subirse. Para Mauricio más apropiada que la metáfora del tren sería una con un auto de alta gama con chofer. Pero el tren quizás le trae nostalgias infantiles. Como esos de juguete eléctricos en el que con un control remoto se lo hace correr por los rieles en el living hasta hacer que se detenga en la estación que se desea. Qué fácil. Justo para que Mauricio se suba. Pero hete aquí que aunque las ventanillas del tren están todas sucias y empañadas y no se vea nada de su interior Macri presa de un ataque de berrinches fantasea con que va a subirse y a tirar a Kirchner por la ventana porque ya no lo aguanta. No se sabe por qué no amenaza tirar a Cristina, si ella ya tiene billete vip reservado. Pero tal vez Durán Barba le aconsejó que con las damas hay que disimular el machismo aunque igual se le nota, como se le nota el fastidio por no poder hacer lo que se le da la gana. Para Mauricio, si perdiera el tren, quedarse solo en el andén sería deprimente. Aunque el andén sería su mejor chance; porque después viene el tribunal. Y quién sabe a qué incómodo viaje lo condena.
Carta abierta leída por Orlando Barone el 18 de Agosto de 2010 en Radio del Plata.